Casi celebrando mis primeros 47 años de vida y poda Nª 17 sobre mis espaldas. Un sábado más sonó el despertador a las 5.30 de la mañana muy pronto, más pronto que los días de trabajo. Un sábado más mi curiosidad, mis ganas de aprender, mi ilusión por descubrir cosas nuevas, el enfrentarme a mis viñas, como el torero bregando con el toro, pudieron con los pensamientos negativos y mi pereza al salir de la cama calentita, y finalmente me levanté.
Es conmovedor ver como la viña reposa, sola,callada, después del bullicio y la agitación de la época de vendimia. Sabe que ahora son tiempos más tranquilos, meses anteriores, cambiaron el color de su pelaje, de las variaciones de verdes pasa a tonos más amarillentos, anaranjados, ocre, burdeos. Hoy están desnudas, esto es el principio del fin. Es el principio de sentimientos, ilusiones, proyectos…. Y el fin de un ciclo. Hace mucho frío empiezo la poda, estoy solo con ellas, como única herramienta, mi tijera de podar que lleva 10 años acompañándome (hoy está un poco triste porque la voy a sustituir por una eléctrica) y mis ilusiones, miedos y la incertidumbre de cómo será el año venidero… luego vendrán los lloros y la lucha un año más contra la naturaleza y las enfermedades, hasta llegar el momento preponderan de la vendimia.
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