DESENTIDOS

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viernes, 11 de junio de 2010

3º CATA DE VINOS, JUNIO , COFRADÍA VEGA DE GÁLDAR.



Nuestras papilas gustativas pueden detectar el dulzor en un alimento, aun cuando sólo sea dulce una parte en cada doscientas. Podemos detectar lo salado en una disolución de proporción uno a cuatrocientos; lo ácido, en una parte por cada dos millones. De ahí que no necesitemos reconocer lo venenoso por un gusto particular; nos basta con que sepa amargo. La distinción entre substancias dulces y amargas es tan esencial para nuestras vidas que, incluso, ha ocupado un lugar en el lenguaje. Los niños, la felicidad, un buen amigo, un amante, son cosas a las cuales calificamos de “dulces”. La pena, un enemigo, el dolor, el desengaño, una discusión, son “amargos”.

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